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Nunca lo imaginé, me ha tocado enseñar..

  • Foto del escritor: Dr. Elmer L. Pabón
    Dr. Elmer L. Pabón
  • 18 may 2020
  • 6 Min. de lectura

Actualizado: 24 may 2020



Hay personas que eligen una profesión por pasión o vocación, pero hay otros que, por los caminos misteriosos de la vida, la profesión los escoge a ellos. Es decir, que por circunstancias inesperadas, se les invitan a asumir o desempeñar una función que jamás pensaron tendrían que ejercer. Por lo cual, les tocó ser maestros, educadores o decentes. Por ejemplo, aquellos individuos que por circunstancias particulares se vieron en la necesidad de ejercer como educadores en sus respectivas organizaciones, ya sean: iglesias, organizaciones sin fines de lucro, escuelas o universidades y hasta educadores de la belleza; para todos ellos escribo este artículo.

Hacemos alusión a las personas que les ha tocado ser maestros o educadores, y esto pudiera ser aplicado a una variedad de posibles escenarios, pero que de una manera común, no disponen del tiempo para adquirir las herramientas básicas que necesitan para hacer una buena clase o taller, sin caer en un constante monólogo, del cual hablaremos más adelante. Esto suele ocurrir en las iglesias, en organizaciones con propósitos educativos, y hasta en compañías que no cuentan con el personal capacitado o especializado en la enseñanza. Cabe señalar, que hay muchas personas que cuentan con una "expertise" en un área, pero esto no garantiza que serán efectivos al momento de educando. Educar es una arte y a la vez una ciencia, quien desean enseñar con éxito deberá capacitarse.

Te tocó enseñar

Entonces, sin quererlo, sin desearlo o sin pensarlo, me ha tocado enseñar… y así comienzan muchas historias de personas que no se prepararon para ser maestros o ejercer como educadores, pero la vida les invitó a hacerlo. Algunos, ya tenían sus profesiones definidas; pero que no se relacionan con la enseñanza. Entonces, no hay tiempo que perder, necesitan herramientas urgentemente para realizar una buena labor a la hora de educar. ¡Tranquilos! a continuación, ofreceré algunas recomendaciones. Pero antes, una anécdota.

Aún recuerdo, cuando me compré mi primer equipo de taladros inalámbricos. Cuando adquirí estos equipos, y comencé a trabajar con ellos, pude identificar cómo realizar cualquier labor de reparación en mi hogar era más fácil, fluido y hasta divertido. Los proyectos que efectuaba en mi casa se lograban y sin pasar tanto trabajo. En ese momento entendí que las herramientas son poder y fluidez. A la hora de educar, ocurre lo mismo, las herramientas son poder, fluidez y hasta diversión.

Herramienta #1- Planificación

La clave para ofrecer una buena clase incide en esta etapa del proceso de la enseñanza. En la planificación está la ingeniería del diseño de una clase. Es casi seguro, que, si una persona ofrecerá una clase y únicamente se dedica a informarse de algunas fuentes, al final, terminará ofreciendo un monólogo con poco estímulo para activar la participación. Por esta razón, se requiere planificar, para lograr escoger o seleccionar actividades que inviten al aprendizaje activo.

La improvisación pueden ser parte de los procesos de enseñanza, pero la improvisación no puede ser la norma del todo el proceso. De nuevo, la clave para el éxito de una clase, y evitar monólogos o la improvisación, es la planificación.

Cabe destacar, que los planes no son una camisa de fuerza, hay cierta flexibilidad entre el proceso de diseñar y ofrecer experiencias educativas. Ahora bien, es importante señalar que es notable cuando un educador se ha tomado el tiempo para prepararse para ofrecer una buena clase. Los estudiantes se percatan cuando el educador está bien preparado, o sí se está improvisando en la marcha, así que siempre que nos toque ofrecer una clase o taller, procure respetar a su público, y planifique. En lo personal, aunque tengo muchos años de experiencia educativa, y haya ofrecido el mismo tema en varias ocasiones, siempre, considero cada clase, taller o curso, como una experiencia que requiere de un nuevo ejercicio de planificación.

La preparación de la clase inicia e implica responder a las siguientes preguntas:

1. ¿Cuál es la población que me toca trabajar? ¿En qué etapa del desarrollo humana se encuentran mis estudiantes? ¿Cuáles son las áreas de necesidad psicológicas de esa población? Para esto, es útil, hacernos de la idea de las necesidades que responde a la etapa del desarrollo humano en las cuales se encuentra nuestros estudiantes (niños, adolescentes, adultos, ancianos). La psicología y la educación van de la mano.

2. ¿Con qué equipo o recursos cuento en la organización? Tenemos pizarras, computadoras, proyectores digitales, entre otros. ¿El salón de clase es espacioso para hacer dinámicas o es limitado el espacio? El lugar es apropiado, es caluroso, existen distractores que afecten la atención de los participantes. Si no contamos con el equipo deseado, plantearse como enfrentaremos la situación. En fin, se trata de identificar el inventario de herramientas con las que se puede contar o no, para poder enseñar.

3. ¿Cuáles serán mis metas educativas? Establecer a qué aspiramos lograr con nuestros aprendices, identificando nuestros objetivos de enseñanza. Ejemplo:

Al finalizar la clase, el participante, enumera los pasos a seguir para lograr el tono de color deseado.

4. ¿Cómo sabré que logré mis objetivos? Identificar que manifestaciones observables permitirán afirmar que logramos el cometido educativo.

5. ¿Qué actividades diseñaré para lograr mis objetivos educativos? Activar la parte creativa de la enseñanza, recordando que la gente aprende más por lo que hace, que por lo que escucha.

Evitar el monólogo

Uno del más importante aspecto a tener en consideración a la hora de enseñar es evitar el monólogo o soliloquio. Llega a una clase o curso, e identificar que la persona a cargo de la clase sólo habla y habla, a veces, contando sus experiencias personales y nadas más. Y esto, más que ofrecer una experiencia educativa que invite a la transformación del ser humano, es un asesinato al interés de los estudiantes. Esto no contribuye a mejorar la asistencia a clase, por el contrario, la perjudica. Los alumnos llegan a predecir lo que ocurrirá, y cómo ocurrirá, el proceso se hace predecible completamente. En cambio, cuando los alumnos saben que en cada clase hay un elemento sorpresa esto les agrada y les motiva, les causa una curiosidad muy positiva que aporta activar la motivación de los participantes.

¿Cómo evitar ser un maestro o tallerista de monólogos o soliloquios?

Ya sea una clase o un taller, se aplica el mismo principio. La clave radica en tomarse el tiempo para planificar la clase, tomando en consideración el diseño de las actividades que se llevarán a cabo para que los participantes formen parte del proceso de enseñanza. En este proceso, distribuir el tiempo disponible para enseñar, qué actividades utilizaremos para provocar que los educandos aprendan lo que se requiere. La planificación consiste en estructurar una experiencia educativa que tenga objetivos y una serie de actividades que sirvan para el inicio, desarrollo y cierre.

1. Inicio- ¿Cómo iniciaré la experiencia educativa? Debe tratarse de una actividad que despierte interés en los alumnos. Se debe tener el cuidado necesario, porque en esta etapa se el participante define si te atenderán o no al resto de la experiencia. Esta parte debería fluctuar entre el 5% y 15% de la experiencia educativa.

2. Desarrollo- ¿Cómo desarrollaré la experiencia educativa? En esta etapa estableceré el grueso de la clase. Se desarrollan los conceptos y las destrezas o competencias que deseamos lograr. Esta parte debe fluctuar entre el 40% y el 70% de la experiencia educativa aproximadamente.

3. Cierre- ¿Cómo culminaré la experiencia educativa? Llegada la etapa final, se culmina la experiencia educativa provista y se clarifican dudas, se hacen reflexiones, se resume lo aprendido. Esta parte debe fluctuar entre el 5% y 15% de la experiencia educativa aproximadamente.

En el caso de que fuera un taller de varias horas consecutivas, se aplica la misma estructura, aunque se distribuyen el tiempo de manera proporcional a la cantidad de horas del ofrecimiento.


4. Reflexión de la praxis


Al final del proceso, siempre debe haber un espacio para que el educador reflexione sobre su experiencia. Identificar que funcionó con nuestros alumnos, y que no, para así modificar nuestras prácticas de enseñanza y mejorarlas para próximas ocasiones.

A manera de síntesis, cualquier experiencia de enseñanza debe poseer las siguientes partes:

Tema:________________________


Objetivos/metas educativas:

1._____________________

2._____________________


Avaluó: ¿cómo determinaré que conseguí la meta educativa?


Materiales: ___________

Actividades de:

- Inicio- despertar interés

- Desarrollo- desarrollar del grueso de la experiencia educativa

- Cierre – dudas, preguntas, reflexiones

Reflexión sobre la praxis- el educador analiza qué ha funcionado y qué puede mejorar.

Como ha podido identificar, toda la experiencia educativa, independientemente del nivel, ya sean niños o adultos, todo buen proceso de enseñanza requiere y depende de una buena planificación.

Finalmente, si usted es un educador(a) novel, le damos la bienvenida al hermoso mundo de la enseñanza. No hay manera más digna de contribuir a transformar al mundo, que educando.


Si le ha gustado esta información y le gustaría que se le ofrezcan más información sobre el tema, o incluso le interesa que se le ofrezca un taller a su comunidad con mucho gusto puede comunicarse con nosotros accediendo a www.educantespr.com.



Image by Gerd Altmann from Pixabay

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