Confiar o no confiar, ese es el dilema…
- Dr. Elmer L. Pabón
- 23 nov 2021
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 1 jul
Según la RAE, confiar se define como “depositar en alguien, sin más seguridad que la buena fe y la opinión que de él se tiene, un secreto o cualquier otra cosa”. Partiendo de esta definición, cuando confiamos, estamos otorgando poder a otro, sobre aquello que valoramos, partiendo de la premisa o certeza de que obrarán en nuestro bien.
Es muy probable que quien llegó a este escrito, haya experimentado el dolor que produce el descubrir que una persona a la que le brindó su confianza traicionó la misma. Incluso tal vez, ante el dolor se juró así misma, no volver a confiar en nadie más. Sin embargo, resulta que, pese a proponerse asi mismo, “no volver a confiar en otro”, la naturaleza de su propia personalidad le venció y sin darse cuenta volvió a confiar en una persona que al final nuevamente le lastimó y traicionó su confianza.
Ante esto, surge una lucha interior, el cuestionamiento personal, sobre porqué pese a que se lo propuso, una vez más, su prestó su confianza y esta nuevamente le cuesta una experiencia que le causa mucho dolor. La verdad es que no debemos ser tan duros con nosotros mismos, ciertamente no existe otra manera de saber si podemos confiar en alguna persona, que no sea prestar pequeñas porciones de confianza a un ser humano y descubrir de apoco si es seguro o no, prestarle un poco más. Es poco realista establecer que no confiaremos absolutamente nada más en nadie. Lo hacemos consciente o inconscientemente, cuando nos montamos en un avión, colocamos nuestra vida en las manos de un piloto (persona desconocida) a la cual inconscientemente le confiamos nuestra propia seguridad, partiendo de la premisa que no pasará nada malo o cuando nos sometemos a una operación ante un cirujano, Entonces, confiar puede ser algo consciente o inconsciente y precisamente el foco de esta reflexión es que el acto de confiar, debemos procurar que en la mayoría de las ocasiones sea un acto en el cual predomine la razón y la consciencia. Cuando se confía, en ese momento se está otorgando a otro, el poder de afectarnos ya sea positiva o negativamente. Es por esto por lo que un reconocido refrán, plantea: “somos dueños de lo que callamos y esclavos de lo que decimos”. Todo comienza por lo que pensamos, decimos y hacemos y así sucesivamente.
Entonces, ¿cuál es la alternativa? confiar o no confiar ese es el dilema. Definitivamente, necesitamos establecer en nuestro pensamientos filtros, con los que determinemos lo correcto según cada caso. Necesitamos afinar el discernimiento, para establecer en quien depositamos confianza, cómo y cuándo. Necesitamos permitir que surja el diálogo interno entre la voz del corazón y la voz de la razón. La decisión al final es personal, pero este artículo no culminará estableciendo una formula mágica para establecer cuando confiar, les tocará a los lectores afinar sus filtros de confianza y dicernimiento.
Finalmente, cabe cuestionar si ante el dolor por lo experimentado, la alternativa es asumir nuevas características de personalidad o de temperamento es lo correcto. Es como aquella reflexión en la cual un padre ante la crisis de su hija la invita a la cocina, y le coloca frente a ella una cacerola hirviendo y le dice, las personas ante las crisis de la vida pueden ser como un huevo, una zanahoria o un café. Le dice, que el huevo ante el calor del agua hirviendo se endurece y pierde su fragilidad, la zanahoria siendo firme, se debilita y ablanda, pero el café transforma el agua y ofrece de sí lo mejor de su sabor y aroma. ¿Cuál de esta serás tú?
Ante el dolor que provoca la traición, se nos invita a determinar si seremos como el huevo, endureciéndonos, o como la zanahoria debilitándonos o como el café que transforma ese proceso en una de las más grandes delicias.
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