Claves para sufrir menos…
- Dr. Elmer L. Pabón
- 25 oct. 2020
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 13 dic. 2020

Hace poco tiempo un amigo muy querido, me compartió una situación que la aquejaba mucho. Había tomado un examen muy importante para su carrera y su percepción al finalizar el mismo, era que lo había fracasado. Después de culminar el examen, dialogó con sus colegas, amigos, familiares e incluso consultó a sus profesores para compartir el porqué había fracasado en su examen. Hasta llegó a establecer que ninguna persona había podido aprobar el mismo, porque partía de la premisa que este estaba diseñado para que ninguna persona lo pudiera aprobar.
En el transcurso de esperar los resultados, perdió el apetito, el sueño, el ánimo, culpó al diseñador del examen, a sus docentes por lo que no le habían enseñado lo suficiente para aprobarlo, le invadió el desánimo y la desesperación profundamente. Hasta que finalmente llegaron los resultados oficiales del examen y al leer el mismo, se percató que lo había aprobado. Así se descubrió que había sufrido demás, se había a atormentado así mismo, durante el proceso de espera de los resultados de una manera viciosa.
De igual manera, les ocurre a muchas personas, que sufren y se atormentan así mismas, sin que esto sea reamente necesario. Esto se debe a la necesidad imperante de controlarlo todo, que a veces tenemos los seres humanos y a como nos apegamos a nuestros caprichos de control obsesivo. Recomendamos la lectura del artículo: Dime por qué sufres y te diré a que te apegas.
Deseamos que todo ocurra cómo queremos, cuándo queremos y dónde queremos, porque sentir el control nos otorga cierto sentido de tranquilidad y de poder, particularmente sobre aquello que ocurre en nuestras vidas. Sin embargo, algunos sabios maestros, establecen como enseñanza que el control, es sólo una ilusión. Esto porque, ¿qué realmente está bajo nuestro control del todo? La lluvia riega la tierra cuando así les place a los cielos, podemos sembrar, pero, las semillas crecen cuando así estas quieren germinar, y podamos traer un bebé a esta tierra, pero ni aún a los niños se les puede controlar, porque a estos sus personalidades se descubren en el caminar, dejando a conocer a sus padres quienes finalmente son cuando estos se convierten en adultos. Al final, se le puede criar, pero estos se convertirán en lo que ellos decidan. Se les puede educar con los mejores valores humanos, y eso es importante, pero al final los padres no pueden obligarlos o controlarlos a ser lo que ellos quieran que sean. Y tratar de hacerlo no termina bien.
Entonces al final, ¿qué está totalmente bajo nuestro control? Realmente nada. Más bien, a duras penas podemos manejar nuestras emociones ante todo lo que experimentamos en el transcurso de nuestras vidas. Ante las circunstancia de la vida, solo podemos tratar de manejarnos adecuadamente a nosotros mismos y a nuestras emociones.
Llamado a la acción (Claves para sufrir menos)
1. Cuando identificamos que estamos sufriendo por algo, debemos asumir la consciencia del momento presente y adminístranos a nosotros mismos, recordarnos que no podemos controlarlo todo, renunciemos a la ilusión del control, ésta el clave por excelencia para sufrir menos.
2. Identificar lo que ocurre en nuestro exterior y poder enfocarnos en manejar lo que sentimos y ocurre en nuestro interior, en nuestra mente y en el corazón asertivamente. Esto evitará que se invierta tiempo en preocupaciones que únicamente provocarán un sufrimiento innecesario.
3. No se trata de apatía, o de conformismo, se trata de renunciar a la idea de que podemos controlar todo lo que ocurre en nuestras vidas, para que todo sea como queremos o deseamos.
4. Aprendamos a permitir que las circunstancias tomen el rumbo que deben tomar. El rumbo era la aprobación del examen, preocuparse más o menos por la idea de no haberlo aprobado, despues de tomarlo no cambiaría el resultado. Entonces, resta esperar y manejarse así mismo(a) en el proceso, para no rendirse ante la desesperación que surge por la ambición de controlar el resultado de la evaluación. Bien se ha dicho, que el exceso de pasado nos deprime, y el exceso de futuro provoca ansiedad. Ambas son producto de la idea ilusoría de que podemos controlarlo todo. Renunciar a la idea de que debemos controlarlo todo, nos trae paz.
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